El viernes por la noche fui al concierto de Vampire Weekend. Este año sacaron nuevo álbum y, al ver que anunciaban gira europea, decidí ir a verles. Al comprar las entradas no sabía con quién ir pero pensaba que desde entonces a anteayer o bien encontraría a la mujer de mi vida, lo que no sucedió, o a algún amigo entusiasta de la banda, que tampoco. Se vino conmigo mi buen amigo BC, al que sé que si un día le propongo irnos a echar la tarde bebiendo agua del Sena me dirá que sí, porque hay amigos con los que te irías a pasear por el Primark de la Gran Vía madrileña un 24 de diciembre a media tarde y te lo pasarías bien igualmente. El nuevo disco se titula Only God was above us y tiene todas las virtudes conocidas de la banda neoyorquina: ritmos alegres y letras que glosan las andanzas de unos jóvenes privilegiados con ambiciones intelectuales. Ezra Koenig, el vocalista, tiene cinco años más que yo, con lo que algo hay de generacional en mi estima por lo que hace. Imagino que conoce usted El fin de la historia, libro de Fukuyama publicado en 1992. Venía a decir que habíamos llegado a un punto en que el libre mercado y la pax americana basada en los vínculos comerciales entre los países traerían una estabilidad global y que el número de democracias iría subiendo gradualmente. Es ese el ambiente en que fuimos niños. Después, en la adolescencia temprana, vimos caer las Torres Gemelas. A las pocas semanas de entrar en la universidad (si fuese pretencioso, lo cual procuro evitar, diría escuela de negocios) vi a los empleados de Lehman Brothers salir por la puerta con sus pertenencias en cajas de cartón. Ya lo dicen en una de las canciones de su nuevo disco: “We always wanted money, now the money’s not the same”. Todo esto para decirle que somos los que nacimos en la cumbre de la humanidad para descubrir, como Sísifo, que la piedra empezaba a caer a toda velocidad por la otra ladera.
El concierto fue generoso en su planteamiento, casi dos horas y media, algo que yo solo he visto superar a Bruce Springsteen y Raphael. Son siete músicos en escena capaces de cualquier tipo de sonido, con dos teclados, dos baterías, un guitarrista y un bajo, aunque en algún momento uno se pierde en el quién es quién porque los hay que también tocan el saxofón o el violín, consiguiendo una riqueza que se agradece en tiempos en que vemos a artistas sobre un escenario en el que nadie tiene un instrumento en la mano. Todo tiene el regusto pretencioso de cuando la Ivy League era algo prestigioso, y no la vergüenza en que se han convertido tantas de sus instituciones. Koenig estudió en Columbia y habló durante buena parte del concierto en un francés aceptable, más teniendo en cuenta que viene de esa parte del mundo donde la gente parece tener dificultad para expresarse en cualquier idioma que no sea el suyo. Claro que hay algo de pedantería en un grupo que ha dedicado canciones a reglas de puntuación, como Oxford Comma, utilizado como metáfora que una chica es más rica que Creso o que explicaba en otro de sus temas cómo a alguien se le caía el kéfir sobre la keffiyah, lo cual también da una idea de la capacidad de reírse de sí mismos. Sin embargo, éramos una generación, quizá la última, que todavía creía que había virtud en la inteligencia y la cultura, tiempos que parecen ahora lejanos en medio de la exaltación colectiva de la idiocia, pienso en esos vídeos por las redes de gente a la que le hacen preguntas de cultura básica y contestan barbaridades para deleite de una audiencia a la que le divierten más los obtusos que los agudos. Tiene Vampire Weekend también la virtud de haber escrito canciones como A-Punk. Si no la conoce, la invito a escucharla y visualizar lo siguiente: una fiesta en casa de amigos, mucha gente, mucha más de la que conocemos. Al fondo de la gran sala de estar, vemos a una chica con flequillo y un jersey enorme que, sin ser bella, lo parece. Baila como poseída, dando saltitos sobre la puntera de sus Converse, las manos proyectadas hacia el techo en movimientos similares a los que hacen esas figuras hechas de tiras de plástico que amarran a las rejillas de ventilación del metro. La observo en la distancia, me mira, y hace el gesto de lanzarme un anzuelo, con lo que no me queda otra que acercarme dando brincos al ritmo que marca la muchacha tirando de una cuerda imaginaria. Frente a frente, bailamos arrítmicos, sus saltos y los míos. Ese sentimiento festivo es quizá el mayor atractivo del grupo, aunque no haya quedado alineado con el zeitgeist presente.
En la recta final, pasado el espectáculo en sí, la gente puede pedir canciones siguiendo una regla muy sencilla: que no sean de Vampire Weekend. Como todos ya tenemos una edad y la nostalgia nos abre los costados, dejándonos abiertas las llagas de lo que fue y de lo que no será, sonaron Céline Dion, Cher, System of a Down, Bruce, Arctic Monkeys y unos cuantos más haciendo gala los americanos de talento y polivalencia. Y entonces, alguien pidió No surprises, de Radiohead, y me dio por pensar que quizá lo que nos queda, ahora que parece que vuelve Huntington y se aleja Fukuyama, en esta época de choque, Bruises that won’t heal, es acurrucarnos en el sofá cuando ya se hayan ido todos los invitados, I’ll take a quiet life, con la chica del inmenso jersey, no alarms and no surprises, y besarnos mientras más allá de la ventana el cielo se tiñe de amarillo limón bajo una lluvia de un casi obsoleto arsenal atómico ruso, silent silent.
Apéndice 1: canción que acompaña al segundo párrafo.
Apéndice 2: canción que acompaña al tercer y último párrafo.
La música (buena) tiene el poder de embellecer incluso el futuro más distópico. Tu último párrafo, con la BSO de Radiohead, me recuerda un libro que leí hace poco de Kate Atkinson “normal rules don’t apply”
Y es cierto, en este presente que vivimos donde los chavales se ríen de chistes para mayores que hacen los personajes de sus series sin entender el contexto ni la ironía porque ya no leen libros ni saben de historia, normal rules don’t apply. I doubt they ever will again.
Me gusta. Tiene "tufillo" a cuento navideño. La chica del inmenso jersey y el cielo limon me sugieren un portal en version moderna. Gracias por contarnos tan deliciosas intimidades.