Excelentísimo señor Sánchez, En primer lugar, quisiera agradecerle que haya dedicado una parte de su tiempo, imagino que su agenda no debe de ser sencilla, a escribirme esta misiva. A pesar de todas las críticas que he vertido contra usted deseo, antes que nada, reconocer públicamente la dificultad que entiendo entraña la más alta responsabilidad del hombre que lidera el destino de España. No es ésta liviana tarea y son tantos los que han naufragado en el intento, arrastrando consigo el destino de un pueblo que fuera luz del mundo y hace tiempo vive en la sombra. Por eso, enfatizo mi empatía y comprensión ante un hombre como usted que, en un momento difícil, requiere unos días de reflexión para tomar una decisión trascendente, más en estos tiempos en que se valora más la rapidez en la respuestas que la calidad de ésta, la cuál va tantas veces estrechamente ligada al tiempo que le hemos dedicado. Me conmueve especialmente que se declare tan enamorado de su mujer un hombre que, hasta la fecha, tan solo parecía enamorado de sí mismo.
Bravo. Suscribo de la cruz a la raya.
Y lo mejor es que hoy no es domingo.
Mucho me temo que necesita el fin de semana para reunirse con veinte docenas de abogados. Su agenda nunca le importó.
Exactamente, que medimita. Qué musical y preciosista. Si abres apartado de subfirmas me apunto.