Y sin embargo, cómo lo hace usted? He de reconocer que me resulta mucho más fácil leer un autor que haya muerto antes de Twitter que uno que haya dejado patente su imbecilidad en alguna red social. He de reconocer que soy capaz de hacer oídos sordos a los defectos enormes de los grandes si su obra es lo suficientemente hermosa como para redimirles. Pero me cuesta perdonar la estupidez, de ahí que dudo que jamás admire a alguien de nuestro tiempo, cuando dejar constancia de nuestra idiotez es tan fácil.
Bueno, cuando uno asume sus pecados y sus faltas, contradicciones e hipocresías, ve las de los demás con mayor ternura, por aquello que decía San Pablo “porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago”.
Yo separo la obra del artista porque la mayoría de veces es lo único que me interesa de él.
El error de nuestra época es que se quiere convertir a los artistas en modelos de comportamiento, de moralidad, cuando siempre fueron lo contrario. Eran los que permanecían en los márgenes, los reaccionarios, los que desafiaban los convenios sociales —y artísticos-.
Ahora parece que deben ser santos y tener vidas ejemplares.
“El buenismo”de nuestra época, qué le voy a contar a usted…
Siempre me he preguntado por qué es necesario saber de la vida del autor para apreciar una obra. ¿Qué pasa entonces con las obras anónimas o los que se ocultan detrás de un seudónimo? Tal vez estás criticando la obra de un escritor por sus miserias, sin saber que un escritor fantasma estuvo en realidad detras de esa obra. Imagina estar en una librería, encontrar un libro que captura tu atención, preguntar al dueño qué opina de este libro, y recibir como respuesta: "No puedo opinar, no conozco al autor".
Bueno, creo que son dos temas que se pueden separar: podemos apreciar una obra sin conocer al artista, pero seguramente no lleguemos a comprenderla del mismo modo que si optamos por indagar en la vida del autor. Desde luego, en algunos casos no tenemos muchas opciones, como sucede con Shakespeare, pero yo hablo de la elección deliberada de ignorar vidas conocidas por el conflicto que éstas exponen y separarlas de su fruto.
Es una cuestión tan compleja la que nos planteas, querido… tal vez condenamos las obras de aquellos cuyas vidas no fueron ejemplares simplemente por temor a que se nos asocie a su mismo pensamiento por el hecho de manifestar que algo nos parece bello aunque haya salido de manos que hicieron cosas no tan bellas. Véase Alicia en el país de las maravillas: crecí pensando que era una historia loca y divertida y de mayor sentí pudor por haber disfrutado de ella, te sientes “cómplice” de haber disfrutado de algo creado por un ser oscuro. Al final, somos nuestro peor enemigo siempre, el temor al qué dirán nos incapacita y supone la privación de la libertad propia, que no deja de ser lo que es la expresión artística.
La moral sólo puede empobrecer el arte. Si aplicasemos la actual cultura de la cancelación a los grandes creadores de la Historia quedarían un par sin tacha conocida.
Magnífica reflexión que deja nuestras frivolidades estivales para el postre y el gin tonic (donde, por cierto, mejor quedan). No podría estar más de acuerdo con usted y creo que hasta ahora he seguido sin saberlo su dictamen. A excepción de con Chet Baker... que no puedo con él. Me sigue gustando muchísimo, pero cada vez que lo escucho no puedo evitar tener muy malos pensamientos (tan malos que a veces ni me reconozco).
Pienso en aquellos autores capaces de crear grandezas a pesar de sus miserias o de sus vidas anodinas. Me pregunto cómo sobrevivirían hoy, en los tiempos en que redes y demás nos someten al castigo perpetuo. Por eso me intrigan y fascinan los seudónimos.
Por otro lado, ¿cómo explicar esos genios que surgen contra todo lo esperado? El talento en estado puro, la fuerza que supera y destaca con el tesón como acicate.
El dedo de Dios que nos recuerda que nos recuerda que fuimos creados a su imagen…
Y sin embargo, cómo lo hace usted? He de reconocer que me resulta mucho más fácil leer un autor que haya muerto antes de Twitter que uno que haya dejado patente su imbecilidad en alguna red social. He de reconocer que soy capaz de hacer oídos sordos a los defectos enormes de los grandes si su obra es lo suficientemente hermosa como para redimirles. Pero me cuesta perdonar la estupidez, de ahí que dudo que jamás admire a alguien de nuestro tiempo, cuando dejar constancia de nuestra idiotez es tan fácil.
Bueno, cuando uno asume sus pecados y sus faltas, contradicciones e hipocresías, ve las de los demás con mayor ternura, por aquello que decía San Pablo “porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago”.
Me fascina la complicidad que hay entre ustedes dos. ❤️
Y otra vez insuperable.
Yo separo la obra del artista porque la mayoría de veces es lo único que me interesa de él.
El error de nuestra época es que se quiere convertir a los artistas en modelos de comportamiento, de moralidad, cuando siempre fueron lo contrario. Eran los que permanecían en los márgenes, los reaccionarios, los que desafiaban los convenios sociales —y artísticos-.
Ahora parece que deben ser santos y tener vidas ejemplares.
“El buenismo”de nuestra época, qué le voy a contar a usted…
Sí, pero es culpa de los artistas. En muchos casos se han interesado más por el dinero público y el compadreo con el poder que en su propia obra.
Siempre me he preguntado por qué es necesario saber de la vida del autor para apreciar una obra. ¿Qué pasa entonces con las obras anónimas o los que se ocultan detrás de un seudónimo? Tal vez estás criticando la obra de un escritor por sus miserias, sin saber que un escritor fantasma estuvo en realidad detras de esa obra. Imagina estar en una librería, encontrar un libro que captura tu atención, preguntar al dueño qué opina de este libro, y recibir como respuesta: "No puedo opinar, no conozco al autor".
Bueno, creo que son dos temas que se pueden separar: podemos apreciar una obra sin conocer al artista, pero seguramente no lleguemos a comprenderla del mismo modo que si optamos por indagar en la vida del autor. Desde luego, en algunos casos no tenemos muchas opciones, como sucede con Shakespeare, pero yo hablo de la elección deliberada de ignorar vidas conocidas por el conflicto que éstas exponen y separarlas de su fruto.
Es una cuestión tan compleja la que nos planteas, querido… tal vez condenamos las obras de aquellos cuyas vidas no fueron ejemplares simplemente por temor a que se nos asocie a su mismo pensamiento por el hecho de manifestar que algo nos parece bello aunque haya salido de manos que hicieron cosas no tan bellas. Véase Alicia en el país de las maravillas: crecí pensando que era una historia loca y divertida y de mayor sentí pudor por haber disfrutado de ella, te sientes “cómplice” de haber disfrutado de algo creado por un ser oscuro. Al final, somos nuestro peor enemigo siempre, el temor al qué dirán nos incapacita y supone la privación de la libertad propia, que no deja de ser lo que es la expresión artística.
Merecemos la inteligencia artificial y a Pedro Sánchez.
La moral sólo puede empobrecer el arte. Si aplicasemos la actual cultura de la cancelación a los grandes creadores de la Historia quedarían un par sin tacha conocida.
Ansiamos el fruto, pero nos la sopla el árbol...Genial! Adopto esa frase desde ya☺️
Magnífica reflexión que deja nuestras frivolidades estivales para el postre y el gin tonic (donde, por cierto, mejor quedan). No podría estar más de acuerdo con usted y creo que hasta ahora he seguido sin saberlo su dictamen. A excepción de con Chet Baker... que no puedo con él. Me sigue gustando muchísimo, pero cada vez que lo escucho no puedo evitar tener muy malos pensamientos (tan malos que a veces ni me reconozco).
Recomiendo encarecidamente el visionado de Born to be Blue. ❤️🔥
Esta carta suya inspira y me hace reflexionar.
Pienso en aquellos autores capaces de crear grandezas a pesar de sus miserias o de sus vidas anodinas. Me pregunto cómo sobrevivirían hoy, en los tiempos en que redes y demás nos someten al castigo perpetuo. Por eso me intrigan y fascinan los seudónimos.
Por otro lado, ¿cómo explicar esos genios que surgen contra todo lo esperado? El talento en estado puro, la fuerza que supera y destaca con el tesón como acicate.
El dedo de Dios que nos recuerda que nos recuerda que fuimos creados a su imagen…
Muchas reflexiones.